En estos días, cada vez que oímos las noticias, todos nos horrorizamos
cuando nos cuentan lo que alguien ha podido llegar a hacer con sus hijos, y no
nos ‘llega el entendimiento’ para asimilar una cosa así.
Cuando hablamos de psicópatas pensamos en personajes
como Jack El Destripador, u otros asesinos en serie. El cine ha dejado impresa la idea de que el psicópata es un personaje con
gusto por el dolor ajeno.
Tendemos a
pensar que el psicópata es aquella persona capaz de cometer los crímenes más
atroces, si bien es cierto esto, también existen personas que no por no cometer
actos delictivos, dejan de ser psicópatas.
Para zozobra
de algunos… el tema es más complejo. Hay personas que no
delinquen, que están integradas en la sociedad y que sin embargo, presentan
rasgos psicopáticos y casi todos nosotros hemos sufrido sus consecuencias. Se
nos ha podido presentar en forma de jefe déspota, pareja manipuladora o
amigo emocionalmente explotador. El divulgador científico Eduardo Punset trató
de confirmarlo con el doctor Robert Hare, una autoridad en psicología
criminal. La respuesta que obtuvo fue concluyente: “Es completamente cierto”.
Este investigador
explica que la única característica ineludible en un psicópata es que carece de
emociones, de la capacidad de situarse en el lugar de otra persona para siquiera
imaginar su sufrimiento, “es como intentar explicarle los colores a un
daltónico”. Este fenómeno ha sido ampliamente investigado en laboratorio
mediante un análisis de la reacción neurológica de estos individuos ante
estímulos como fotografías o textos. “Si
le mostramos la palabra violación a un psicópata, la entiende como una palabra
neutra, como mesa, silla o árbol. Las zonas del cerebro relacionadas con
las emociones, simplemente no se activan como deberían. Gracias a sus consejos,
la policía estadounidense ha logrado resolver varios casos atribuidos a
psicópatas. En la entrevista para Punset, por ejemplo, se cuenta el caso de un
asesino en serie al que se atribuía ocho crímenes, pero solo se podían probar
tres. Los investigadores trataron de apelar a la imagen de las familias de sus
víctimas para hacerlo confesar, pero no lo conseguían. Tras una charla con
Hare, los policías cambiaron de estrategia: le dijeron que no podía
considerarse un asesino en serie porque “apenas” había matado a tres personas.
El individuo confesó. Habían apelado a su propia forma de entender las cosas.
Otra
característica común es la instrumentalización de las relaciones, “cosifican” a
las personas, que se convierten en herramienta para conseguir sus objetivos.
Todo ello, en ocasiones, integrado en alguien con un encanto especial, que goza
de una gran capacidad verbal, que les sirve como técnica de persuasión. Otros
expertos añaden que no siempre son líderes, también nos podemos encontrar con
una ‘persona gris’.
La sociedad no ayuda mucho a minimizar el impacto y el
alcance de éstos. Se valora de forma positiva este tipo de personalidad,
confundiendo estos rasgos con capacidad de decisión, seguridad en uno mismo y determinación
en la consecución de sus objetivos.
Quizás el futuro y las diferentes líneas de
investigación que se están llevando a cabo traigan nuevos abordajes para el
tratamiento de la psicopatía, mientras, debemos confiar en nuestro criterio
para mantenernos alejados de sus manipulaciones.
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