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lunes, 20 de febrero de 2012

¡ENTRENA TU CEREBRO!


Diversos estudios han demostrado que un minuto ‘enfrascados’ en un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios en el funcionamiento del cerebro y en el sistema hormonal. Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad. La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral.


¿Podemos cambiar nuestro cerebro con ‘buenas palabras’?

Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".

Así que, según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.

Las palabras por sí solas pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales.

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide desarrollarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.

Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando, hemos creado hábitos. Por eso debemos entrenar nuestro cerebro para liberarnos de esos automatismos y ‘desaprender’ los hábitos no adecuados adquiridos a través del tiempo y la repetición.

¿Cómo lo hago?

Cambie hábitos de pensamiento. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos, alteramos físicamente nuestro cerebro.

Hasta ahora lo decían los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

Pero lo más importante para modificar estos hábitos de pensamiento es la ACCIÓN, nuestro comportamiento ayuda a cambiar las formas de pensar que no nos funcionan. Por eso es muy importante estar alerta a lo que hacemos y proponernos un cambio. Veremos que poco a poco empezaremos a ver las cosas de otra manera y el círculo vicioso se convierte en ‘círculo virtuoso’.

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