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lunes, 14 de septiembre de 2009

HE CONSEGUIDO QUE MIS HIJOS ME FALTEN AL RESPETO (con mucho esfuerzo)



Un buen amigo de la familia, me pidió hace poco si no me importaba contar de forma breve, algunas anécdotas más relevantes sobre la vida y andanzas de mis hijos y de nuestra forma de educarles. La verdad, es que no se porque a mí, pero seguro que no les sorprenderá a ustedes cuando lean lo que tengo que contar.

En fin, siempre he criticado a esas madres que van por ahí diciendo lo estupendos que son sus hijos, (supongo que será además porque no han visto a los míos), pero claro si me lo piden entonces ya no paro.

Mi marido y yo nos catalogamos a nosotros mismos como unos padres modernos, actuales, de hoy en día vamos, y pensamos que los niños deben ser libres, felices y algo muy importante “Hacer lo que les dé la gana” ya que nosotros con su edad no pudimos hacerlo. Y así bajo estas tres reglas (que se saben de memoria) es como educamos a nuestros pequeñines, o más bien educo, porque Pablo, mi marido, no está nunca en casa, y cuando está siempre los está regañando, menos mal que allí estoy yo que siempre salgo a favor de ellos ¿qué sería de mis niños, sin alguien que llevase la contraria a mi marido?

Tenemos tres hijos, Pablo de 5 años, Sergio de 14 y una niña, que empieza a colmar todas mis expectativas de mujer liberal, de 17 años.

¿Qué como hago yo de ellos unos chicos estupendos? Pues eso se va logrando con el día a día, en pequeñas cosas, como por ejemplo: estaba viendo yo el telediario de las 21:00 h., que es el único rato que tengo para descansar después de estar todo el día
trabajando, cuando llegó mi hijo Sergio, él es un chico estupendo, bueno no es muy estudioso, pero ya se sabe a los chicos de esa edad lo que les gusta es salir, ver la T.V., jugar al fútbol... aunque sí reconozco que debería pasar más horas delante del libro, aún
no se como motivarle para que lo haga, lo he intentado todo, comenzamos con “si apruebas te compraré la bici”, luego fue el ordenador, luego la videoconsola, y lo último ha sido la moto, al final nunca aprueba y siempre le terminamos comprando todo, porque bueno todos sus amigos tienen y no va a ser él menos ¿no creen?. En fin, a lo que iba, cogió el mando de la T.V. y me cambió el canal, me fastidió un poco, la verdad, el caso es que le pedí por favor que me dejase sólo ver terminar una noticia que estaban comentando, acerca de un nuevo tratamiento para los huesos que ha salido, y que, por cierto, me interesa porque padezco reumatismo, Sergio me miró y me invitó a irme al televisor que hay en la cocina, ¿qué creen que hice yo?... ¡Irme! Aunque eso sí, le dije que sería la última vez que lo haría; al fin y al cabo él no sabe que padezco de huesos ya que sufro en silencio para no preocupar a nadie y menos a mis pequeñines.

De todas formas, siempre es mejor ver “cosas de casa” que informarse sobre lo que pasa en el mundo, en esto mi marido y yo estamos totalmente de acuerdo, siempre que podamos les ahorraremos disgustos, ¿para qué tienen que ver que hay niños muriéndose de hambre, mientras ellos se quejan porque el bocadillo de lomo ibérico de hoy, parece que está un poco salado?, señores dejemos disfrutar a nuestros niños.

Esto le tuve que contestar el otro día a una vecina que regañó a mi hijo Pablo solo única y exclusivamente por pisar el césped del jardín, arrancando un poco de hierba ¿qué se habrá creído la bruja esa (con perdón)? Ahora se va lista, ya he aleccionado a Pablo para que la próxima vez que alguien le regañe le conteste exactamente esta frase: “Eso lo pagan mis padres y tengo derecho a hacer con ello lo que me dé la real gana, y si tiene algún problema, señora suba y hable con mis padres”. O también valdría algo así como “Si no sabe convivir con personas, váyase al monte”.

¿Veis? En eso Sergio siempre ha sido más avispado, enseguida contesta, ya sea mayor o un niño pequeño. ¡Cómo nos indignamos el otro día, cuando nos contaba que el guardia jurado de nuestra urbanización, le había dicho a él ya su pandilla que no se debía jugar a guerra de escupitinazos en el borde de la piscina, entonces él y su panda después de contestarle varias cosas muy bien dichas, subieron a contárnoslo, mi marido pretendía bajar a disculparse por la conducta de Pablo, pero por supuesto, le convencimos de que él no llevaba la razón y terminó por bajar, sí, pero a ponerles las cosas bien claritas a este señor. ¿Quién se creerá que es un guardia para ni siquiera dirigir la palabra a mis hijos?

Bueno, bueno, cuando les hable de mi hija Mayte, es única, yo siempre digo que va para cantante, ¿por qué? Porque cuando discutimos ha conseguido levantar la voz más que nosotros, pero esto lo digo en plan de broma, a ella le intento explicar las cosas sin castigos, no como propone su padre; por poner un ejemplo, el otro día llegó a las 6 de la madrugada cuando debía llegar a las 3 h., su padre la castigó sin salir ¡todo el fin de semana siguiente! Y es que mi marido cuando se enfada, se pasa, pero ahí estoy yo para salvar a Mayte de su castigo, le mando a que le haga algunas carantoñas y al final le levanta el castigo.

Mayte ha sido desde pequeña bastante caprichosa, con eso de que era la primera se le ha dado todo lo que ha pedido y más, y si alguna vez le decíamos que no, berreaba y berreaba hasta conseguirlo.

A veces tengo que sentarme a hablar con Pablo y recordarle para qué están los padres, debemos sacrificarnos, no es bueno poner tantas normas a los niños, ya tienen bastante con las que le impondrá esta sociedad, por eso mientras vivan conmigo yo seré la que les pague todo y la que nunca les lleve la contraria, por ejemplo, el pequeño ha cogido ahora la manía de decir idiota a su padre cuando le pida que haga algo, y como yo le digo a mi marido, eso son cosas de críos, lo aprenden en el colegio, ya se le pasará y si no pues ¿qué más da? Como si te quiere llamar otras cosas, un hijo está para eso y si no, no deberíamos haberlos tenido.

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