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miércoles, 30 de octubre de 2013

PADRES ASERTIVOS COMO ELEMENTO EDUCATIVO



Cada vez más, en nuestra práctica clínica, constatamos que existe una habilidad fundamental para que los niños y adolescentes crezcan con una suficiente “higiene mental” y madurez psicológica, y a su vez para establecer unas buenas relaciones de comunicación: la asertividad de sus padres y demás educadores. Por ello, es un elemento que siempre incluimos en los Programas de Intervención y Formación que realizamos en nuestro Centro, ya que lo consideramos esencial para conseguir que los chicos lleguen a una madurez emocional de verdad.

Entendemos por “estilos educativos” el conjunto de valores, actitudes y hábitos de comportamiento que los padres mantienen respecto a la educación de sus hijos. Cada persona guía su actuación por lo que constituye su ‘filosofía de vida’ y sus aprendizajes previos. En concreto su actuación como educador, también configura una ‘filosofía de la educación’, que se traduce en habilidades personales y comportamientos concretos, y entre ellas se encuentran las habilidades asertivas. Éstas se desarrollan progresivamente en el tiempo, en un proceso de aprendizaje (esto es una ventaja, porque así todos las podemos conseguir). Un primer paso para ello, consiste en hacernos más conscientes sobre cómo nos comunicamos, para luego ir aplicando los distintos elementos que caracterizan una comunicación asertiva. Es importante conocernos a nosotros como educadores: nuestros miedos, habilidades, motivaciones, fortalezas y debilidades.

Para diferenciar los comportamientos asertivos de otros que no lo son, a continuación se exponen algunas conductas que corresponden a distintos estilos de comunicación. Invitamos a reflexionar sobre nuestro modo de comportarnos ante nuestros hijos.


PASIVA
ASERTIVA
AGRESIVA
CONTACTO VISUAL
Evitar la mirada.
Mantener contacto visual.
Mirar muy fijamente.
LENGUAJE CORPORAL
Alejarse, gesticular nerviosamente, jugar con objetos
Posicionarse frente al niño, con postura firme, pero no amenazadora. Los gestos acompañan las afirmaciones.
Postura del cuerpo tensa. Señalar al niño, gestos amenazadores.
MENSAJE
Disculparse en exceso, autoculparse.
Señalar el problema con claridad, centrarse en los hechos.
Culpabilizar, amenazar, etiquetar, sermonear.
GESTOS FACIALES Y VOZ
Voz entrecortada. Sonrisa nerviosa.
Volumen de voz apropiado y natural. La expresión de la cara sigue al mensaje.
Gritar.
Expresión airada, excesivamente afectado.

Ser “buenos” padres dependerá, en gran medida, del nivel de buena comunicación asertiva que se maneje en casa, y eso dependerá, sobre todo,  de nuestras habilidades personales.

La asertividad es una actitud intermedia entre una actitud pasiva o inhibida y otra actitud agresiva frente a otras personas, que además de reflejarse en el lenguaje hablado se manifiesta en el lenguaje no verbal. Además es un ‘estilo de vida’. Una persona asertiva suele ser tolerante, acepta los errores, propone soluciones factibles sin ira, se encuentra segura de sí misma y frena pacíficamente a las personas que le atacan verbalmente.

En resumen, ser asertivo con tu hijo significa decirle que ‘no’ en el momento adecuado  sin remordimientos y teniendo claro que es algo clave para su educación. A la vez le estaremos enseñando un modelo de comunicación y afrontamiento de dificultades ‘sano’.

Enseñar a moderar su respuesta ante el ‘no’ tiene las siguientes ventajas:
   
§      aprenden a tolerar la frustración y por tanto autocontrol emocional;

§      la seguridad en sí mismo y autoestima es alta;
§    aprenden a comunicarse con los demás también de forma asertiva y a no manipular ni ser manipulado por otros;
§   desplazan su ‘foco’ a los demás cuando es necesario, sin estar pensando constantemente en ellos mismos y sus necesidades.

viernes, 13 de septiembre de 2013

DOÑA CULPA



Hace poco releí unas palabras de la cantante Concha Buika : “La felicidad no se alcanza, siempre se tiene. Otra cosa es que quieras disfrutar de ella. No es algo que está fuera de nosotros. Te miras al espejo y ¿te parece poco el paraíso que tienes delante? ¿A qué otro paraíso quieres ir? Nos darían igual muchas cosas si no fuera porque nos obligan a sufrir. La vida de uno, ya cansa lo suficiente como para tener que echarte a la espalda la vida de otra persona. Voy a casarme conmigo misma, jurarme los votos a mi misma. Con una ceremonia estupenda voy a jurarme que en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza voy a respetarme y amarme”.

Últimamente nos encontramos en un considerable número de casos personas que nos consultan porque se sienten culpables de haber tomado una decisión, de haber tenido un comportamiento concreto o incluso de haber tenido un pensamiento en un momento dado. Suelen ser personas responsables, con una vida ‘controlada’ y se describen como “buenas personas”, pero se sienten muy poco libres.

¿Por qué pesa tanto la culpa? La culpa es uno de los recursos que utiliza la sociedad como medio de control y condicionamiento. Nuestro aprendizaje, experiencias, hábitos y estructuras mentales matizan nuestra percepción de la realidad, y desde ellos, percibimos, objetiva o distorsionadamente, la forma cómo nos relacionamos con los demás, y la culpa aquí juega un papel importante de ‘intermediación’.

Así que Doña Culpa muchas veces se disfraza de Responsabilidad y nos impone obligaciones, impidiéndonos, a su vez, tomar decisiones que nos permiten crecer y avanzar. El ser humano va eligiendo su camino en la vida, y sería bueno que nuestra primera responsabilidad fuera con nuestro bienestar, es difícil dar lo que uno no tiene. 

Por todo ello, como sigue diciendo Concha Buika: “La palabra culpa: ¡Fuera del diccionario! Ha de ser abandonada de todo código personal interno. La culpa es lo más absurdo del mundo. La culpa es para vagos. Lo que hay que hacer es reconstruir y con alegría”.

lunes, 15 de julio de 2013

POR MI CULPA...

María (otra maravillosa María), después de contarme, explicarme, la situación en la que ha estado viviendo, de mucha infelicidad y dolor, con un poco de tristeza y mucho cansancio, me dijo, “¿ves? no lo puedo evitar. Actúo como me han enseñado a hacerlo, como esperan que lo haga y lo más importante es que si no lo hago, si no actúo, como mi marido, mis hijos, mis amigos, compañeros y todos esperan que lo hagan, me siento mal, y me siento culpable. Soy mi peor enemiga”.
Ciertamente no ha sido, la tuya, una educación muy liberadora. Ya que una cosa son los valores de respeto, tolerancia, integridad, etc.., y otra muy distinta es la de la culpabilidad, la autocrítica excesiva, y sobe todo hacer que las opiniones y necesidades de los otros valgan más y sean más importantes que las tuyas.
Me decías, que si no haces lo que ellos esperan, te sientes mal. No puedes asumir el malestar que puedes causarles, que si tu no lo haces, ellos no tendrán lo que buscaban o necesitan. Por lo tanto, no eres una “buena” madre, esposa, amiga, compañera, etc. ……
La instrucción recibida te ha marcado en unos roles muy predeterminados, con características, obligaciones y responsabilidades específicas. Por supuesto hay libertad para las nimiedades, pero no para lo esencial. Y lo esencial es la forma profunda, los patrones, criterios y conceptos sobre los que edificas tus roles. Está claro, debes hacer lo que se espera que hagas.
Pero lo más importante es que si por alguna razón, ya sea por causas propias o ajenas, no cumples como crees que debes cumplir, se ha introducido un elemento de control perfecto. Un mecanismo poderoso y eficaz, llamado CULPA.
La culpa es un elemento de control importante dentro de la formación. Asociada a los valores de todas las religiones, incluso hay una oración que especifica: por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa…….. está claro que tienes que haber hecho algo muy grande o tremendo para sentirte muy culpable. (Si Hitler, con todo lo que organizó, no se sintió culpable, tú que no has hecho nada…) Es una forma de control y sirve para que las personas sean menos libres, creativas y originales. Ya que si me siento culpable, haré todo lo posible para no sentirme así.
Finalmente le pregunte a María, si estaba dispuesta a cambiar, o al menos intentarlo. Y quedamos que debería dar espacio a la Nueva María. A partir de ahora, y ante cada situación podría elegir entre el comportamiento de María (la antigua) o proponerse un cambio y preguntarse como actuaría la Nueva María, y actuar en consecuencia. Le advertí de que tendría que ser paciente y persistente, hasta lograr que al final ocho de cada diez sean la nueva María.
Pero para conseguir que la nueva María emerja y brille con luz propia, es imprescindible que toda la educación culpabilizadora esté profundamente superada. Es vital que las sensaciones y sentimientos de culpa no controlen, modulen o influyan en la nueva María.
Por eso, amiga María, cambiar es un trabajo muy duro, que requiere una práctica constante e intensa, pero en el propio resultado se encuentra la recompensa. Así pues, saca a pasear a la Nueva María y vive plenamente.

miércoles, 19 de junio de 2013

¡¡¡Qué lástima que sea manco…!!!



Una tarde, como otra cualquiera, iba en metro al encuentro con mi actividad profesional, que en este caso era un seminario de desarrollo del liderazgo para una veintena de inteligentes y magníficos estudiantes. Sentado, reflexionando, cuando vi entrar a un niño de unos 8-9 años, rápido, alegre y se sentó en el asiento libre a mi lado, detrás venia su madre que le pedía que no corriera, mientras hacia una especie de malabarismo con las cosas que llevaba, que según pude ver, era una mochila pequeña, su bolso, una mochila grande que era del niño, un patinete, una cazadora, también del niño y la suya, era un día frio y lluvioso. Se sentó en el asiento libre al lado del niño. Intente seguir en mis cavilaciones, pero no pude dejar de mirar la escena que sucedía a mi lado, la madre, abrió la pequeña mochila, sacó un bocadillo envuelto en papel de aluminio, lo abrió, más bien lo peló como si fuera un plátano y acercándoselo a la boca del niño, le dijo: “muerde”, muy obediente él lo hizo. Esta operación se repitió unas cuantas veces hasta que no hubo nada más que morder.
Cuando la madre me miró orgullosa de su retoño, en uno de los intervalos, mientras el sujeto masticaba, no pude evitarlo, y le dije: “que niño tan simpático, parece inteligente, lástima que sea manco”, me miró y a continuación, a modo de disculpa dijo, es que tiene las manos muy sucias, obviamente hice una sonrisa de comprensión y entendimiento. Era evidente, que con la cantidad de aluminio rodeando el bocadillo, ese no era el tema. Después, la madre sacó de su mochilita, una botellita del tipo yogur líquido, que tiene una argolla, de la que hay que tirar para abrir. La madre, sin abrirla se la dio al niño, quien inmediatamente se la devolvió, la madre persistió y el chico también. Como llegaba a mi destino, salí del vagón y me fui haciéndome la pregunta: al final quién abrirá el frasquito plástico de la bebida. En clase conté mis alumnos la experiencia y les plantee mi duda, de manera automática, casi todos respondieron: “la madre”. Bien hasta aquí la anécdota, la preocupación de una madre para que su retoño se alimente.
Lo importante es saber porqué una madre, al parecer responsable e inteligente, no es capaz de comprender, que mucho más importante que merendar urgentemente, es conseguir independencia y autonomía, hacer de su hijo un ser humano responsable y autónomo. ¿Qué presiones culturales, sociales, familiares, influyen sobe ella?, para que cambie el fundamento de su rol de madre, por el de – al servicio de…- ya que con el tiempo, y cuando ese niño crezca pueda llegar a convertirse en un tirano de la familia. Estará entrenado a recibir y no habrá aprendido a dar, a esforzarse y sobre todo a no esperar. Tu hambre y mi preocupación no pueden esperar, buscamos resultados a muy corto plazo. Lástima que la vida no funciona así. Y quizás ahí está una de las muchas claves del fracaso, no sólo escolar.
El centro de su universo será él y se sorprenderá que le exijan, que tenga que esforzarse, y ya no digo sacrificarse. Eso no habrá entrado nunca en su programa educativo.
Qué hay en nuestra cultura que hace que aquello que deseamos, soñamos y buscamos, como es tener un hijo, termine siendo, se pueda transformar, algunas veces en un castigo, una carga o simplemente una penosa responsabilidad.
Me imagino que es importante cambiar de paradigma, quizás debe uno hacer la pregunta: ¿qué tipo de persona quiero ayudar a conseguir?, ¿qué tipo de ser humano me gustaría que fuese?.
‘Pelarle’ el bocadillo, parece una tontería y lo es, no tiene mayor importancia, si solo fuera eso, pero, si a eso siguen otras situaciones de aprendizaje, donde el esfuerzo no está presente, entonces el asunto es relevante, y cambiarlo es un tema urgente. Entre más tiempo el “retoño” reciba los beneficios de “ser manco”, le será más difícil comprender y aceptar salir de la zona de comodidad. Sabemos que se lucha con todas la fuerzas para que nada cambie, ya que así está todo bien. Y cuando todo se le complica, queremos que “deje de ser manco” mediante enfados, castigos o cualquier otro medio que creemos que puede ayudar a cambiar la situación y la cosa se complica mucho.
Parece que es mejor, más barato, en términos de energía, cariño y dolor, crear desde el principio, comportamientos asociados al esfuerzo, sacrificio y entrega, que ciertamente les preparará para enfrentar cualquier situación futura, con éxito.