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lunes, 30 de abril de 2012

Seguimos convirtiendo a nuestro cerebro en aliado


¿Sabes que el 90% de las preocupaciones que tenemos cada día nunca sucederán, que las personas somos más felices cuando tomamos nuestras propias decisiones y que con un cuarto de segundo que te des, te puedes cuestionar lo que haces?

Convencer al cerebro de que la vida está para ser vivida y no pensada

Biológicamente hablando nos han enseñado a que debemos estar preocupados porque todo lo que ocurra fuera nos pueda dañar. El responsable es nuestro propio cerebro que, a través de la amígdala, nos hace estar pendientes de donde nos pueden hacer daño. Eso hace que pensemos más la vida y no la disfrutemos y por eso el ser humano está más pendiente de lo que no está haciendo.

¿Cómo cambiar esa realidad?

Víctor Frankl, en 'El hombre en busca de sentido', dice que la última libertad del ser humano es la elección de la actitud, que es la predisposición con la que nos enfrentamos a la realidad. En la medida en la que puedas modificar estos filtros también tenemos la posibilidad de tener múltiples pensamientos sobre una realidad. 

Otro aspecto importante es la atención consciente. Con esa consciencia se generan alternativas. Según el neurocirujano Benjamin Libet hay un cuarto de segundo de retardo entre el momento en el que una persona siente un impulso y entre el momento en el que actúa. Si te das ese cuarto de segundo para poner atención consciente, te puedes cuestionar las decisiones. Me paro para elegir mejor. Eso es poner conciencia. Y aunque parezca mentira, se puede hacer, como siempre, es cuestión de entrenamiento. ¿Cómo? Por ejemplo, parar tres o cuatro veces al día y crearse una cultura de pensar aunque sea un minuto o dos, a plantearse lo que uno hace. 

Por otro lado, la autoexigencia y el perfeccionismo hace que nos autovigilemos constantemente y no disfrutemos. En lugar de perfeccionismo es preferible la excelencia, que está al servicio de ser mejor. Michael Jordan dijo en una ocasión: "He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito". Eso es la excelencia.