Pienso que en mi vida hay monos, muchos monos.
Son todos aquellos miedos, temores o inseguridades que de alguna manera están en mi vida, forman parte de ella. Ciertamente los años han ido reduciendo notablemente el número de monos, pero todavía quedan algunos.
Hay monos pequeños, que están siempre a mí alrededor, se mueven, lo desordenan todo y hacen mucho ruido. Esos monos pequeños van desapareciendo; de vez en cuando me enfrento a uno, lo atrapo y lo elimino. Como por arte de magia, si te enfrentas a un mono y le atrapas, éste inmediatamente deja de existir, …..desaparece.
Normalmente, empiezan siendo monos pequeños, inofensivos incluso hasta casi divertidos pero, de alguna manera, les voy alimentando, les permito crecer hasta que ya no son tan inofensivos. Pasan de ser divertidos a peligrosos y terroríficos.
A veces ese mono llega a ser lo suficientemente grande que me impone “respeto” y entonces no me atrevo a enfrentarme con él. Ese “monazo” condiciona mi vida, mis actividades, mis afectos, en fin casi todo y por lo tanto dejo de ser una persona libre, en el mejor sentido de la palabra.
También en algún rincón hay uno grande, un verdadero King Kong, está quieto, agazapado y no quiero ni mirarlo, no vaya a ser que reaccione. Ese es el supermiedo, está ahí, sé que existe, sé que está ahí y que quizás algún día, cuando pase el tiempo logre enfrentarme con él o simplemente al no alimentarlo deje de existir.
Lo malo es que, como mal inevitable, los incorporo a mi vida, A veces puedo llegar a la conclusión de que tienen que estar ahí y me convenzo de que es así, tiene que ser así.
Los monos, pueden ser simples; miedo a caerse, a perder, a que me engañen, me humillen o a cosas cotidianas, también los hay complejos; miedo a que mis hijos fracasen, y terminen metiéndose en dificultades, o a no ser capaz de conseguir metas que me propongo.
Lo peor es cuando alguien de mi entorno, mi jefe o alguien de mi familia, amenaza con despertar algunos de los monos “importantes” que me rodean. Entonces para evitar que ese mono empiece a moverse, soy capaz de hacer o darle a esa persona lo que sea con tal que no active mi mono. Y así esa persona, ya sea deliberadamente o no, tiene control sobre mis monos, y por lo tanto empieza a controlar mi vida, o varios aspectos de ella. Mal asunto.
También puede suceder que, alguien ponga en mi hombro algunos de sus monos, y entonces, y de pronto, sin proponérmelo, tengo uno más. El otro, cree que se libra de uno poniéndolo en mi vida (por supuesto algunas veces yo también hago eso). En realidad no es más que una ilusión, porque no me libero del mono, lo que hago es duplicarlo, ahora ya hay dos monos iguales, con diferente dueño.
La vida en sí “nos regala monos”, pero también nos va dando recursos para enfrentarnos y acabar con ellos. Para poder vencerlos el primer paso es reconocerlos, reconocer que existen y que están condicionando mi vida.
Ahora tan sólo quiero pedir que a esta metáfora nuestro lector le ponga ejemplos ilustrativos que le ayuden a conocer sus monos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si este enlace te gustó (o no), participa y déjanos conocer tu opinión.