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viernes, 3 de julio de 2009

HISTORIA DE DAMIANA


Es muy importante saber y sobre todo observar cómo afecta lo que las personas hacen, sobre cómo se sienten, se ven o se valoran. Podría tener aquí valor esa sencilla reflexión de: “lo que haces define lo que eres”, todo el mundo sabe que….hechos son amores y no buenas razones…….

Las acciones son importantes,

Cuando la consciencia de las cosas no formaba parte importante de mi, pude vivir directamente una historia personal, no exactamente mía, es algo que con el paso del tiempo he terminado bautizando como Historia de Damiana.

Recuerdo que como parte normal del plan de trabajo y estudios dentro de la universidad, teníamos que trabajar en grupos, debíamos constantemente hacer los trabajos, las tareas y muchas otras cosas en grupos. Esos grupos eran además rotativos, una vez trabajabas con unos, y otras con otros, y era bueno, funcionaba, te ayuda a interaccionar con todos, pero sobre todo conseguías resultados. Otras veces la cosa no funcionaba, pero a pesar de eso había que conseguir resultados, entonces era difícil, pero lo conseguiamos, esas situaciones, menos mal, eran las menos. Regularmente, ya sea por nuestro entusiasmo y por nuestra inconsciencia conseguíamos acabar satisfactoriamente los trabajos. Eso era lo frecuente. Pero todo cambiaba si dentro del grupo te tocaba trabajar con Damiana.

Ella era capaz, todos aceptábamos sin reparo en reconocer sus capacidades intelectuales. Pero no había manera de hacer que fuera capaz de que se pusiera a trabajar sin más, que fuera capaz de construir. Si todo el mundo proponía algo, ella se oponía, pero sobre todo era una “queja permanente”. Para ella no había nada, o al menos nada que nosotros podríamos descubrir, que estuviera bien. Si llovía, qué porquería tener que salir y trabajar con esta lluvia, si no llovía porque no llovía, así no hay quien respire. Su actitud era capaz de deprimir a cualquiera. Por supuesto esa actitud estaba totalmente apoyada por su forma de vestir, obscura y desaliñada. No había nada en el mundo que fuera bueno, alegre o le diera algo de alegría y nosotros, los compañeros nos sentíamos incapaces de aportarle algo agradable o al menos divertido.

En ese contexto, era una verdadera carrera de obstáculos alcanzar algún resultado cuando Damiana estaba en tu grupo. Siempre había algún reparo o dificultad añadida. Si superabas la dificultad, ella se encargaba de poner otra, siempre había algo que superar, era fenomenal para poner obstáculos. Fueron tiempos de aprendizaje soberbios. Hasta que un día en medio de uno de los tantos muros que su actitud nos ponía delante, un compañero –coherente con su inconsciente juventud- y ya harto de cómo ella intoxicaba todo el ambiente, poniéndose en frente y en tono jocoso le dijo: “Mira Damiana, si la vida es un martirio el suicido es un deber”…., nos reímos y todos estuvimos de acuerdo con la frase, y ahí quedó la cosa ese día.

Pero…… otro día, justo cuando ella empezaba a demostrar sus enormes e inmensas capacidades tóxicas, alguien le recordó la famosa frase: ya sabes Damiana, si la vida es un martirio el suicidio es un deber.... De repente nos dimos cuenta que habíamos encontrado, sin proponérnoslo y menos buscarlo, la frase, el camino para poder neutralizar su estilo “tan positivo” de acercarse al mundo y a las cosas..

No fui verdaderamente consciente de lo que a continuación cuento, hasta algún tiempo después. Cada vez que Damiana, empezaba con sus actitudes y comportamientos tóxicos, alguien le recordada, la famosa frase: Ya sabes….si la vida…; muchas veces sólo el principio era suficiente para que el grupo, mentalmente completara la frase. Pero lo interesante es que el propio comportamiento de Damiana, se veía afectado.

Lenta y gradualmente empezó a ser menos negativa, empezó a guardar silencio, donde antes era una replica o queja, al principio solo había silencio. Más tarde, aportaba alguna idea y terminó por participar un poco más, cierto es que nunca, al nivel que lo hacían los demás, pero su nivel de toxicidad era bajo. Y es ahí, cuando hablando con alguno del grupo, empezamos a verla diferente, no irritaba, aportaba, se ofrecía a cerrar algún proceso, cosa que todos hacíamos alternativamente. Y lo más significativo, cambió hasta el color del tipo de ropa que usaba. Descubrimos, con grata sorpresa que Damiana, podía ser capaz de comunicarse abiertamente, ser agradable y sobre todo encontramos que podía comportarse como una compañera (es decir que nos acompaña).

Lo curioso, es que nuestra famosa frase, fue quedando en el olvido, por desuso. Creo que ya no hubiera “encajado” con el comportamiento de la nueva Damiana.

Terminamos el curso, la vida nos llevó a todos por su propio camino. Un día, hace algún tiempo alguien, en medio de una reunión de trabajo, el comportamiento de una persona me recordó esa antigua vivencia. De pronto recordé: “Si la vida es……

Ahora con el tiempo, no sé que habrá sido de ella, supongo que una vez que el entorno vuelva a reforzar esa especie de “martirio de vida” posiblemente vuelva a ser un persona insatisfecha e infeliz. Tengo claro, como sabemos los que nos dedicamos a esto, que la conducta está totalmente mediatizada por sus consecuencias.

Por eso, no solo para ti, sino para los que están alrededor tuyo deberíamos ser generosos y abiertos a reforzar aquellas conductas que ayudan a las personas a “mejorar”, ayudarles a desarrollar aquellos comportamientos que les pueden facilitar a “vivir” mejor. A la vez las interacciones con otros nos “orientan” hacia un tipo acciones.

Aprender a manejar las interacciones son un aspecto esencial en el desarrollo y mejora tanto personal como profesional de las personas. El equilibrio, el bienestar y por decirlo de manera general, la salud es un asunto que tiene mucho que ver con el medio, las cosas, las personas, el modo y la forma como establecemos relación con ellas.

Por eso, es muy importante, aprender a construir relaciones que puedan ser gratificantes, estimulantes y sobre todo que nos ayuden, que les ayuden a los otros y a avanzar en ese inmenso océano del desarrollo y crecimiento personal.


Enrique Cervantes V.
Madrid, a día de hoy.

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