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lunes, 6 de mayo de 2013

LA “PRUEBA DEL VECINO”



El especialista en educación emocional Maurice J. Elías pide a los padres que acuden a sus talleres que hagan esta prueba. Imaginen que todos en casa se están peleando: rencillas, gritos, exabruptos, reproches, prisas y tensión invaden la casa. Alguien llama a la puerta. Es el vecino. Cuando entra en casa, todos se calman de repente. Nada es demasiado bueno para el vecino: los miembros de la familia son de repente increíblemente civilizados y atentos. Todos están encantados y se lo pasan bien. Cuando el vecino se marcha pueden ocurrir dos cosas: que todos empiecen de nuevo a pelearse o que cada cual retome sus actividades sin más. Y Elías pregunta a los padres: “¿Por qué necesitamos que un vecino nos obligue a ejercer el autocontrol que todos llevamos dentro? Los adultos necesitan aprender a comportarse con inteligencia emocional sin que nada les fuerce a ello. Así que recomiendo a los padres que hagan la prueba del vecino. Es muy sencilla: ¿es usted capaz de comportarse con sus hijos y su pareja durante un día entero como si un vecino lo estuviese escuchando todo el tiempo? ¿No decir nada a su hijo o pareja que el vecino no pudiese escuchar? Muchos padres me confiesan que les resulta muy difícil. Y yo les digo que cuando consigan hacerlo durante todo un día, tienen que intentar hacerlo durante un día todas las semanas. Las personas necesitan este día semanal para encontrar de nuevo su equilibrio emocional, para que les hablemos de forma más respetuosa y cariñosa.
Elsa Punset. 2008


A veces hablamos con chicos de alrededor de veinte años que están ‘perdidos’ y no saben qué hacer con su vida; entonces surge la reflexión acerca de cómo han llegado a ese punto, y qué factores han influido, aparte de la situación social actual.

Los jóvenes presentan, cada vez más a menudo, falta de responsabilidad, escaso autocontrol, egoísmo (y egocentrismo), poca tolerancia a la frustración, y una tendencia excesiva a la manipulación. Encontrar la llave al problema que desemboca en estas actitudes es la clave para atajarlo y para empezar a aplicar técnicas efectivas y sencillas. Tal vez sea que todo avanza y sucede tan rápido, que nuestros ritmos de vida y lo que consideramos como "normal" implica rapidez y cambios constantes, a lo que los niños también se han habituado y han perdido la capacidad de esperar y de tener paciencia y/autocontrol. A veces, el cansancio, la culpabilidad y/o sobreprotección hacen de palos en las ruedas para que la educación se resienta.

El autocontrol y la responsabilidad es una cualidad que no es innata, se aprende. Y el principal modelo de acción es la familia, por eso, los padres somos los primeros que debemos poner en práctica las conductas adecuadas para potenciar este aprendizaje esencial para el desarrollo personal y social de los chicos. Es decir, pensar que tenemos siempre al vecino al lado y no hacer ni decir nada que no queramos que el vecino vea o escuche.