Temprano en la mañana, mucho frio,
veo un hombre joven a un costado de las puertas de cristal de una peluquería,
que está mirando hacia adentro y la mano que tiene en la espalda guarda una
flor, amorosamente envuelta. Me acerco y le agradezco por recordarme las
acciones del amor, las bonitas locuras que hacemos los humanos, me mira con
alegría, me señala a la chica que dentro y detrás de la caja estaba trabajando
y me dice: es para mi novia. Me alejo feliz, pensando que si la novia no sale
pronto, tendrá novio y flor congeladas. ¡Ah el amor!
Ya por la tarde, mientras espero en una parada de autobús, una joven gritando al teléfono dice: ” tienes que dejarme el coche (casi no escucha) como padre, es tu obligación dejarme que use el coche… y algunas lindezas más. Me estaba poniendo nervioso y menos mal que llegó su autobús. Que paz cuando se fue. Qué tristeza. ¡Ah el amor!
Es evidente que la historia de la humanidad, está marcada por la cantidad de cosas que los humanos hacemos en nombre o por causa del amor, sea el que sea, a la pareja, al amigo, al padre o a los hijos, etc… A veces el resultado de esas acciones produce el efecto buscado o deseado, y la cosa marcha bien. Pero muchas otras, como en el caso de la chica del teléfono, son solo formas de control o sometimiento. “Porque eres mi padre y obviamente me quieres, tu obligación es que yo tenga todo lo que quiero”. Él piensa en ella y ella también.
Los actos de amor, abarcan todas las posibilidades de acción de los seres humanos. Son acciones que están dirigidas, relacionadas y sobre todo determinadas por otras personas, cosas o situaciones. Son en definitiva un intercambio. ¿Pero qué sucede cuando no hay intercambio, cuando uno sólo recibe o sólo da? En lo fundamental, se ha perdido el equilibrio, el refuerzo, la creación de estar bien (Bienestar), sencillamente se ha roto, se tergiversa el sentido, el concepto y sobre todo el sentido, ahora se sufre, hay malestar o dolor. Debemos tener claro que cuando se llega a esa situación, algo se está haciendo mal. El poder que le hemos dado a la otra parte, lo usa contra nosotros. A veces hemos trabajado mucho para llegar a esa situación y nos sorprende el resultado, que no tiene nada que ver con lo que queríamos. Debemos recuperar el poder, tenemos que ser capaces de actuar para recuperar el poder.
Cuando el hombre joven espera -helado- a su novia, para darle una flor, ella adquiere poder sobre él, si ella es recíproca le da también poder a él sobre ella. Muchas personas, como el padre de la chica del teléfono, terminan plegándose a las exigencias, con la esperanza de seguir teniendo el control y el poder sobre su hija, a la vez que ella ya lo está ejerciendo directamente.
Definitivamente, las acciones de amor son acciones de intercambio que deben ser entendidas como entregas de parcelas de poder. Por eso se deben administrar bien y no despilfarrarlas, deberían ser entendidas como una renuncia voluntaria y no como una debilidad y pérdida. ¿Qué debemos hacer con el poder que otros (que nos quieren) nos dan?, ¿cómo debemos utilizarlo? ¿Es para nosotros y usarlo en su contra o es para construir una relación, una situación o un mundo mejor?