Amapola trabaja como administrativa en una gran empresa de seguros, está casada y tiene un hijo de 3 años. En general, le va bien; tiene un trabajo que le permite estar con su hijo por las tardes, aunque no gana mucho.
Con su marido no tiene problema, tienen una relación especial, lo que algunos llamarían “abierta”, desde el principio acordaron que si en alguna ocasión conocían a alguien y tenían posibilidad de tener una relación sexual esporádica, no habría problema. En palabras de ella, “él nunca hizo uso de esa posibilidad”, pero ella sí, tuvo tres o cuatro encuentros con otros hombres, el marido lo sabía y no hubo ningún problema.
Un día ella conoció a un hombre, era un conocido del matrimonio; ella empezó a quedar con él, pero esta relación era un poco diferente, le apetecía estar más de la cuenta con él. Pero no le dio importancia, era como otros.
A su marido no le pareció que fuera como los demás, empezó a preguntarle detalles sobre su encuentros, y a ponerse nervioso si ella no daba muchas explicaciones. El tema empezó a ser motivo de discusiones cada vez más enconadas, y lo peor es que su marido se convirtió en su sombra. De vez en cuando él le sorprendía con información sobre todo lo que ella había hecho durante la semana, los emails que había enviado, las llamadas que había hecho, dónde había estado y con quién. Además lo contaba muy enfadado, alguna vez gritando demasiado y despertando al niño. Esto le causaba a ella un gran malestar, sobre todo, porque él se comportaba como si no pasara nada, y de repente, le salía con esas. Unas veces era cada tres o cuatro días, otras pasaba un mes... pero en los días entremedias él estaba cariñoso y de buen humor. Ella decidió dejar de ver al hombre con el que quedaba algunas veces, y así se lo hizo saber a su marido, pero aún así él seguía con ese control tan absoluto de todos sus movimientos.
Decidieron separarse, ya no funcionaban como pareja, pero seguían conviviendo, porque tenían problemas económicos, explicaban los dos. Él seguía igual, y ella empezó a tener problemas de salud, (ansiedad, estrés, problemas de sueño, etc..) Pero no eran capaces de separarse realmente; mientras, sufrían cada vez más...
REFLEXIÓN
Esta pareja sigue aferrada, por la acción de lo que llamamos ‘refuerzo intermitente’, a experiencias positivas muy ocasionales, que inducen a perseverar y a esperar que sigan dándose de manera continuada, aunque sea casi imposible. Los recuerdos gratos percibidos de modo selectivo, hacen tolerable la privación y las situaciones poco gratificantes.
Por eso, aunque cada vez la situación se hace más insostenible y les va desgastando más, les cuesta romper con la relación, porque de vez en cuando consiguen un “caramelito” del otro y suponen que si se comportan de igual forma e insisten en su comportamiento, obtendrán otro.