En la actualidad sabemos que casi el 50% de las parejas que se forman se acaban deshaciendo. Muchas intentan evitarlo consultando los servicios de un psicólogo especializado para así aprender cómo encauzar la situación. Aunque es verdad que algunas piden ayuda profesional cuando ya es demasiado tarde, siempre se puede aprender cómo mejorar este tipo de situaciones.
John M. Gottman, profesor de Psicología en la Universidad de Washington ha investigado en profundidad y con rigor científico las relaciones de pareja durante más de 25 años. El psicólogo asegura que existen señales muy claras que permiten predecir la separación de una pareja.
En su love lab (laboratorio del amor) pide a las parejas que estudia que busquen un tema de discusión habitual y se dedica a observarlas. El objetivo es identificar conductas específicas que puedan llevar a la ruptura. En el laboratorio se observan las interacciones en la pareja por vídeo y mediante monitores cardiacos y otros aparatos que miden el estrés durante la conversación.
Con el estudio, análisis y seguimiento de estos datos sobre cientos de parejas, el equipo llegó a identificar lo que consideran que son seis señales de peligro para la pareja:
1. Un arranque duro. El problema no es discutir. Lo que indica futuras complicaciones en la pareja es la manera como discute. La utilización del sarcasmo, la crítica y la acusación significa que los dos integrantes no se centran en negociar, sino que se están acusando mutuamente. Con eso, uno da por sentado que el otro es el problema. La negatividad se nota en el tono de menosprecio, aunque las palabras sean dichas en tono suave.
La investigación demostró que si la discusión empieza con un arranque duro, el final es previsiblemente negativo, aunque se intente suavizar el tono durante la discusión.
Se puede predecir el resultado de una conversación de un cuarto de hora basándose en los primeros tres minutos, según el trabajo de Gottman. Si se inicia una discusión así, es incluso mejor dejarla y hablar en otro momento.
2. Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Tras el arranque duro, pueden ir apareciendo otras actitudes negativas que el psicólogo denomina “los cuatro jinetes del Apocalipsis”. Suelen aparecen en este orden: crítica, menosprecio, actitud defensiva y desdén.
• Crítica. Toda persona tiene algo que decir a su pareja que le disgusta, pero es bueno distinguir la queja de la crítica. Una queja se refiere a una conducta (o ausencia de conducta), y una crítica se refiere a la totalidad: una cosa es decir “no limpias el lavabo” y otra “eres un dejado”. Las críticas suelen empezar con “tú siempre…” o “tú nunca…”.
• Menosprecio. El menosprecio es la crítica con hostilidad añadida; se manifiesta mediante el sarcasmo. Las expresiones habituales son insultos, mirada de aburrimiento, burla y hostilidad. El menosprecio es la más venenosa de las actitudes porque nunca conduce a la resolución del conflicto. Se va gestando a partir de conflictos sin resolver que quedan en la memoria.
• Actitud defensiva. Al sentirse atacado, el otro se rebota diciendo que la culpa no es suya. Contraataca para defender su inocencia o evitar responsabilizarse del problema. Sólo sirve para seguir escalando en la disputa.
• Desdén. Durante la discusión, uno de los dos no da muestras de estar oyendo, no hace caso, no mira… Suele ocurrir ya al final de las relaciones después de mucho contacto destructivo.
3. Desbordamiento. Aunque parezca que el que no reacciona está impasible, la verdad es que se contiene para no explotar. Por eso se refugia en la protección del desdén e intenta ignorar a la pareja. Se esfuerza por desvincularse emocionalmente. El encierro en sí mismo es su única manera de afrontar la hostilidad.
4. La expresión corporal. Los psicólogos no tienen necesidad de oír el diálogo de las parejas ya que sólo con ver en los monitores la reacción corporal es suficiente para ver si pelean.
Los latidos del corazón suben a más de 100 por minuto, ocurren cambios hormonales como secreción de adrenalina y la reacción general del cuerpo es la misma que cuando se prepara para la lucha o la huida: sudoración, respiración agitada y corta y demás signos de ansiedad. En esa situación, el procesamiento de la información es deficitario, así como la capacidad de atención. Cuando se sienten estas reacciones corporales, se puede dar por seguro que esa discusión sólo va a empeorar las cosas.
5. Intentos fallidos de reparación. Los intentos de reparación son los esfuerzos por parar la escalada de tensión durante las discusiones. Posturas como “vamos a calmarnos” pueden salvar a las parejas porque reducen el estrés y la agitación. Estas tentativas impiden que “los cuatro jinetes del Apocalipsis” campen a sus anchas y dirijan la relación.
Las parejas que acaban mal son aquellas en que crítica, menosprecio, actitud defensiva y desdén se unen a los intentos de reparación fallidos formando una espiral hostil.
Esta negación a oír las excusas del otro predice el final de las relaciones al 90%, según Gottman. Como conclusión, afirma que lo que marca la diferencia entre quienes responden a los intentos del otro y los que no es la calidad de la amistad en la pareja.
6. Malos recuerdos. La última señal del mal estado de la relación sería la manera como la pareja cuenta su pasado conjunto. Cuando se pregunta a los integrantes sobre algo de su pasado y suelen elegir momentos negativos o negativizar los buenos, es un comportamiento común de parejas mal avenidas.
Con todos estos datos, la clave para reparar una relación no es solamente aprender a resolver las diferencias, sino hacer lo mismo que las parejas que funcionan: cambiar las conductas en los momentos en que no se pelea.
En definitiva, fortalecer la relación de amistad es el punto más importante en una pareja feliz.